Vestido de Novia, La Historia
En Los Tiempos Antiguos
En el antiguo Egipto las novias eran envueltas en capas de lino plisado. En Grecia y Roma el color elegido para las túnicas nupciales era el blanco, emblema de alegría para los primeros y tributo a Hymen, diosa del matrimonio y la fertilidad para los segundos. En ambas culturas el hábito nupcial era complementado con velos en colores muy vivos como símbolo de modestia.
La Tradición Real (1500 a 1600)
Una de las primeras novias documentadas en vestirse de blanco fue Ana de Bretaña, desposada con Luis XII de Francia en 1499. Cuatro años más tarde Margarita Tudor, hija de Henry VII se casó con un vestido de damasco blanco con bordes carmesí, el color de la realeza. En 1612, para su boda, la pricesa Elizabeth, hija del rey Jaime I, llevó un vestido bordado con perlas, plata y piedras preciosas. Estos lujos sinembargo, eran exclusivos de la realeza. La gente común que no podía permitirse un traje a medida recurría a sus mejores hábitos, los del domingo, para casarse y aquellos que podían permitirse un traje especial elegían colores pasteles en cualquier gama salvo la verde, que era considerada de mala suerte.
El Lujo (1800)
Si hemos de hablar de un momento en la historia en la que el blanco haya sido establecido como el color nupcial por excelencia, este sería el de la boda de la reina Victoria de Inglaterra en 1840 quien, con su rico vestido de satén blanco bordado con flores, sus casi seis metros de cola, corona a juego y velo de encaje sentó finalmente las bases del ideal occidental del vestido blanco de “solo un día”.
Lo Correcto (1900)
A comienzos del SXX las novias estaban todavía sujetas a la influencia del formal y austero estilo victoriano con sus vestidos blancos de manga larga, sus largos y etéreos velos y sus cuellos altos. Todo esto sin embargo, estaba a punto de cambiar: Con la llegada de la primera guerra mundial las siluetas se hicieron más holgadas y los corsés empezaron su retirada, emancipando así a la mujer de ésta y otras prendas restrictivas del pasado.
Innovación (1920s)
A principios de los años veinte los profundos cambios en la fibra social que habían empezado a partir de la primera guerra mundial cambiaron para siempre el estatus de las mujeres en América que ahora habían adquirido el derecho al voto, luchaban contra sus roles tradicionales y celebraban su libertad cortando sus cabellos, abandonando corsés y llevando vestidos holgados y cortos.
Paris continuaba sin embargo siendo la capital de la moda con Jean Lanvin y Coco Channel en la cabecera. Fue precisamente esta última quien dio vida al primer vestido corto oficial de novia. Se trataba de un modelo hasta la rodilla elaborado con telas tradicionales de novia y acompañado de velo y cola. Se convirtió en el estilo más popular de la época.
Sofisticación Estilizada ( 1930s)
La gran crisis del 29 tuvo un profundo efecto en la moda de esta década que se tornó solemne y austera y remplazó los elaborados vestidos cortos de los años veinte por sencillos vestidos largos de seda cortados al bies.
La influencia de Hollywood comenzaba sin embargo a notarse y a crecer en la medida en la que la economía comenzaba también a recuperarse hacia finales de la década. Los diseñadores americanos alcanzaron prominencia gracias a su trabajo en el celuloide y empezaron a crear trajes elegantes y modernos que emulaban el romance y la sofisticación de “Tinseltown”.
Estilo Refinado (1940s)
Justo cuando las cosas empezaban a mejorar un poco después de la gran depresión, vino la segunda guerra mundial. Las restricciones de la guerra que afectaron a todas las áreas de la realidad se tradujeron también en el regreso a hábitos simples de calle como trajes de novia. No había tiempo, con compromisos que duraban semanas o días antes de que el marido fuese enviado a las filas en el extranjero, ¿Quién tenía tiempo para planear? Otra alternativa aceptable: Pedir prestado un vestido, o alquilarlo.
Elegancia Iconica (1950s)
La postguerra de los años cincuenta fue una época de prosperidad y celebración y como tal se caracterizó por el regreso de los elaborados vestidos de corte princesa del SXIX que esta vez se hacían más cortos y sin cola y enmarcaban una diminuta cintura que daba paso a una voluminosa falda tipo coctel. El nylon, fenómeno de la moda de la posguerra, se hizo protagonista en encajes y telas e inspiró a los diseñadores que fabricaron cortos velos bufados y tiesos cancanes con él.
Balenciaga y Givenchy en Francia y Claire McCardell en América se posesionaron como los diseñadores más influyentes de la década y entre los iconos mas representativos encontramos a la princesa Grace Kelly y a Audrey Hepburn quien personificó en su boda la esencia misma de la moda propia de aquellos años .
Libertad Formal (1960s)
Durante la mayor parte de los años sesenta los vestidos formales de novia prevalecieron. Los diseños más populares eran versiones largas de los vestidos ajustados a la cintura y con fades voluminosas característicos de los años cincuenta.
Sin embargo, durante los últimos años de la década, el movimiento contra la guerra y en favor de la paz y el amor se revolvió también contra las tradiciones nupciales paternas y apostó por la libertad de expresión y por ceremonias más sencillas. Muchas novias se despidieron de tules y encajes para después decantarse por caftanes de algodón y blusones anchos para pronunciar sus “si quiero”.
Sencillez Sexy (1970s)
El estilo expresivo nacido en los años sesenta continuó a lo largo de la década de los setenta reforzándose aún más tras el movimiento de la liberación femenina, que nos dejó ante una mujer que rompía enfáticamente con las recatadas tradiciones del pasado, abrazaba su sexualidad y podía por fin elegir el tipo de novia que quería ser. Todo era posible y así, esta década vió desde tradicionales volantes y encajes hasta minifaldas y pantalones. Bianca Jagger en su sexy y fabuloso traje de chaqueta blanco de Ives Saint Lauren, encarna sin duda el espíritu de liberación y revolución de aquellos días con un profundo escote que dejaba ver su piel desnuda bajo la chaqueta.
Cuentos De Hades (1980s)
Cuando en 1981 Lady Diana Spencer se casó con el príncipe Carlos de Inglaterra, el mundo entero recordó cuán romántico podía llegar a ser un ajuar de novia.
La princesa Diana, “Lady Di”, estaba tan radiante en su vestido de tafetán adornado con miles de lentejuelas, flores y encaje antiguo y sus mas de siete metros de colas que, de repente, miles de novias se encontraron deseando vestidos al mejor estilo de la realeza, con largas colas y acompañados de lujosos velos.
El gran vestido blanco había regresado y de la mano de éste entraba Vera Wang, la diseñadora que cambió para siempre el curso de la historia de los vestidos de novia y cuyos maravillosos diseños daban vida nuevamente a la más auténtica “novia princesa”.
Belleza Sin Adornos (1990s)
Para cuando llegaron los noventa, los excesos y las ostentaciones que caracterizaron los años ochenta comenzaban a hacerse menos populares y por tanto también así los vestidos de novia muy ornamentados que en su lugar empezaron a adoptar líneas más sensuales, sencillas y desenfadadas.
Más entrada la década, los vestidos de corte A o con mucha caída ganaron popularidad y junto a ellos, los cortos, los toques de color y los trajes de pantalón y chaqueta.
Cuando Carolyne Besset se casó con Jhon F. Kennedy Jr. en un sencillo vestido de crepe de seda diseñado por Narciso Rodriguez, el mundo entero comprendió que ese tipo de vestido era también una opción y que, ahora más que nunca, la elección de vestido de una novia era el más auténtico reflejo de su personalidad.
Hoy, Funcionando lo antiguo y lo nuevo
Adentrados en el nuevo milenio, la moda nupcial solo puede ser descrita como una fantástica fusión de lo antiguo y lo nuevo, de diseño clásico y de toques atrevidos y modernos.
Hay algo para todos los gustos, desde un vestido pegado al cuerpo y con la espalda descubierta para una novia sensual y atrevida, hasta otro de corte A con diáfanas capas para la bohemia o, desde un ensamble asimétrico para una audaz minimalista hasta una gran falda de túl para la consumada princesa.
Pinceladas de color y adornos caprichosos traen un toque divertido y un aire de frescura a los vestidos que se enriquecen con detalles que van desde el azul, rosa o plata hasta bordados de brillantes cristales, aplicaciones de encaje o suaves plumas o pieles.
Las posibilidades son infinitas, es tu momento de hacer historia, puedes elegir lo que quieras.